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¿Porqué Ibuprofeno 600mg y 800mg y Paracetamol 1gr?

¿Tiene sentido la presentación farmacéutica de paracetamol de 1 g y de ibuprofeno de 600 mg o de 800mg?

Estas dosis de ambos principios activos incrementan el riesgo de efectos adversos sin que al mismo tiempo propongan una mejora en sus efectos analgésicos para dolores leves y moderados en comparación con las presentaciones de menor dosis que son de venta libre, es decir de dispensa sin receta. En otras palabras, más dosis no es equivalente a mayor efecto, pero sí a mucho más riesgo.

Los medicamentos tienen lo que se denomina "ventana terapéutica", que es el rango de concentración del principio activo que permite aportar efectos beneficiosos con baja probabilidad de provocar efectos tóxicos. Los medicamentos se presentan en dosis que permiten obtener el máximo efecto terapéutico pero sin sobrepasar la ventana terapéutica para evitar en lo posible los efectos adversos. El ibuprofeno de 400 mg y el paracetamol de 650 mg son las dosis óptimas para la población en general, por lo tanto son presentaciones más seguras para los dolores leves o moderados.

El ibuprofeno de 600 mg y el paracetamol de 1g presentan más riesgos, ya que ingerir estas cantidades se acerca más a las dosis tóxicas. Por lo tanto sólo deben ser indicados por el médico, dispensados con receta y recibidos por pacientes que padecen enfermedades más graves, y con dolores de mayor intensidad. Nunca para un dolor de cabeza leve y/o dolor pasajero.

Ibuprofeno de 600 mg, incrementa el riesgo de efectos adversos gastrointestinales, cardiovasculares, renales y posiblemente de infecciones, según el último reporte francés, sin que haya una mejora en sus efectos contra el dolor, la fiebre y la inflamación.

En el caso del paracetamol, con altas dosis o tratamientos prolongados se potencia el riesgo de toxicidad en el hígado, especialmente cuando se alcanza la dosis de 4 gramos al día, o en pacientes con patologías hepáticas previas. Además, el consumo de paracetamol en dosis de 1 gramo aumenta el riesgo de interacción con los anticoagulantes orales (como el acenocumarol) y el riesgo cardiovascular.

Pero hay otro problema con estos medicamentos: la publicidad, que banaliza sus efectos haciendo pensar que si se publicita es porque es bueno y no tiene efectos secundarios o adversos.

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